MARILYN BOROR

Un mapa intenta medir el territorio y darle identidades específicas, actúa estableciendo coordenadas, ordenando, orientando. Pero, ¿quién es el que se encarga de realiza r el mapa? ¿Quién ordena el territorio y fija sus coordenadas?
Es conocida la relación de los mapas con el poder y la política. En las culturas occidentales, el mapa responde a una tradición que percibe al territorio como algo comprable y vendible, controlable y explotable.
A partir de dibujos y los volúmenes en mis mapas intento denunciar el juego de poder tras el establecimiento de un determinado orden, la manipulación de nuestro espacio. También intento poner en crisis el espejismo de un código común, compartido por las personas.
Los conflictos territoriales, las divisiones, el poder convierten a una civilización en un mapa marcado, delimitado, adquirido, símbolo de anarquía y poder.
Wittgenstein decía: los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje. En sus palabras el lenguaje, lo que yo quiero, lo que yo pienso se convierte en la cartografía del universo. Cada ser humano se convierte en un mapa








